Ediciones Históricas

AUTORES

 ADOLPHHE GERARD 

Gérard era abogado y vecino de gran notoriedad, se desempeñó además como secretario de la Cámara de Comercio, bibliotecario de la ciudad y periodista. Fue redactor del periódico L'Annotateur. Fue también un infatigable promotor en la realización de obras de desarrollo para su ciudad. Casado en 1836 con Adèle Cary, hija de un ex soldado del imperio francés, fundador de una escuela para trescientos alumnos. El matrimonio contaba con tres hijos varones al momento de la llegada de San Martín.

Allí nació la amistad entre el joven y culto propietario y el viejo guerrero sudamericano, pródiga en atenciones para con San Martín que se ganó el respeto y el cariño de todos los miembros de la  familia francesa. Tal es así que años después, en 1909, en ocasión de la inauguración de la estatua ecuestre en la costanera de Boulogne Sur Mer, dirá Víctor, el menor de los hijos de Gérard: "He tenido la buena suerte de conocer a ese noble anciano y a su familia en mi infancia, y he conservado de él y de los suyos un recuerdo conmovedor, pues su afabilidad igualaba a su grandeza".

Durante 1849 la ya endeble salud del Libertador se agravó de sobremanera; a la operación de cataratas a la que debió someterse (sin éxito), se agregó un nuevo contagio del cólera, que ya había sufrido en 1832, lo que agravó aún más sus dolencias gástricas que lo acompañaron desde siempre. La pérdida parcial de la visión le impedía realizar una de sus pasiones, la lectura, como también escribir, por lo que se valía "de mano ajena" según sus propias palabras. En los meses que permaneció San Martín en la casa de Gérard tuvieron relación cercana, conversando en francés sobre la situación política y podemos suponer al amigo Adolphe leyéndole al Gran Capitán los periódicos locales.

 

MANUEL BELGRANO

Gérard era abogado y vecino de gran notoriedad, se desempeñó además como secretario de la Cámara de Comercio, bibliotecario de la ciudad y periodista. Fue redactor del periódico L'Annotateur. Fue también un infatigable promotor en la realización de obras de desarrollo para su ciudad. Casado en 1836 con Adèle Cary, hija de un ex soldado del imperio francés, fundador de una escuela para trescientos alumnos. El matrimonio contaba con tres hijos varones al momento de la llegada de San Martín.

Allí nació la amistad entre el joven y culto propietario y el viejo guerrero sudamericano, pródiga en atenciones para con San Martín que se ganó el respeto y el cariño de todos los miembros de la  familia francesa. Tal es así que años después, en 1909, en ocasión de la inauguración de la estatua ecuestre en la costanera de Boulogne Sur Mer, dirá Víctor, el menor de los hijos de Gérard: "He tenido la buena suerte de conocer a ese noble anciano y a su familia en mi infancia, y he conservado de él y de los suyos un recuerdo conmovedor, pues su afabilidad igualaba a su grandeza".

Durante 1849 la ya endeble salud del Libertador se agravó de sobremanera; a la operación de cataratas a la que debió someterse (sin éxito), se agregó un nuevo contagio del cólera, que ya había sufrido en 1832, lo que agravó aún más sus dolencias gástricas que lo acompañaron desde siempre. La pérdida parcial de la visión le impedía realizar una de sus pasiones, la lectura, como también escribir, por lo que se valía "de mano ajena" según sus propias palabras. En los meses que permaneció San Martín en la casa de Gérard tuvieron relación cercana, conversando en francés sobre la situación política y podemos suponer al amigo Adolphe leyéndole al Gran Capitán los periódicos locales.

LUCAS BRIDGE

Gérard era abogado y vecino de gran notoriedad, se desempeñó además como secretario de la Cámara de Comercio, bibliotecario de la ciudad y periodista. Fue redactor del periódico L'Annotateur. Fue también un infatigable promotor en la realización de obras de desarrollo para su ciudad. Casado en 1836 con Adèle Cary, hija de un ex soldado del imperio francés, fundador de una escuela para trescientos alumnos. El matrimonio contaba con tres hijos varones al momento de la llegada de San Martín.

Allí nació la amistad entre el joven y culto propietario y el viejo guerrero sudamericano, pródiga en atenciones para con San Martín que se ganó el respeto y el cariño de todos los miembros de la  familia francesa. Tal es así que años después, en 1909, en ocasión de la inauguración de la estatua ecuestre en la costanera de Boulogne Sur Mer, dirá Víctor, el menor de los hijos de Gérard: "He tenido la buena suerte de conocer a ese noble anciano y a su familia en mi infancia, y he conservado de él y de los suyos un recuerdo conmovedor, pues su afabilidad igualaba a su grandeza".

Durante 1849 la ya endeble salud del Libertador se agravó de sobremanera; a la operación de cataratas a la que debió someterse (sin éxito), se agregó un nuevo contagio del cólera, que ya había sufrido en 1832, lo que agravó aún más sus dolencias gástricas que lo acompañaron desde siempre. La pérdida parcial de la visión le impedía realizar una de sus pasiones, la lectura, como también escribir, por lo que se valía "de mano ajena" según sus propias palabras. En los meses que permaneció San Martín en la casa de Gérard tuvieron relación cercana, conversando en francés sobre la situación política y podemos suponer al amigo Adolphe leyéndole al Gran Capitán los periódicos locales.

GEORGE MUSTERS

Gérard era abogado y vecino de gran notoriedad, se desempeñó además como secretario de la Cámara de Comercio, bibliotecario de la ciudad y periodista. Fue redactor del periódico L'Annotateur. Fue también un infatigable promotor en la realización de obras de desarrollo para su ciudad. Casado en 1836 con Adèle Cary, hija de un ex soldado del imperio francés, fundador de una escuela para trescientos alumnos. El matrimonio contaba con tres hijos varones al momento de la llegada de San Martín.

Allí nació la amistad entre el joven y culto propietario y el viejo guerrero sudamericano, pródiga en atenciones para con San Martín que se ganó el respeto y el cariño de todos los miembros de la  familia francesa. Tal es así que años después, en 1909, en ocasión de la inauguración de la estatua ecuestre en la costanera de Boulogne Sur Mer, dirá Víctor, el menor de los hijos de Gérard: "He tenido la buena suerte de conocer a ese noble anciano y a su familia en mi infancia, y he conservado de él y de los suyos un recuerdo conmovedor, pues su afabilidad igualaba a su grandeza".

Durante 1849 la ya endeble salud del Libertador se agravó de sobremanera; a la operación de cataratas a la que debió someterse (sin éxito), se agregó un nuevo contagio del cólera, que ya había sufrido en 1832, lo que agravó aún más sus dolencias gástricas que lo acompañaron desde siempre. La pérdida parcial de la visión le impedía realizar una de sus pasiones, la lectura, como también escribir, por lo que se valía "de mano ajena" según sus propias palabras. En los meses que permaneció San Martín en la casa de Gérard tuvieron relación cercana, conversando en francés sobre la situación política y podemos suponer al amigo Adolphe leyéndole al Gran Capitán los periódicos locales.

LUCIO V. MANSILLA

Gérard era abogado y vecino de gran notoriedad, se desempeñó además como secretario de la Cámara de Comercio, bibliotecario de la ciudad y periodista. Fue redactor del periódico L'Annotateur. Fue también un infatigable promotor en la realización de obras de desarrollo para su ciudad. Casado en 1836 con Adèle Cary, hija de un ex soldado del imperio francés, fundador de una escuela para trescientos alumnos. El matrimonio contaba con tres hijos varones al momento de la llegada de San Martín.

Allí nació la amistad entre el joven y culto propietario y el viejo guerrero sudamericano, pródiga en atenciones para con San Martín que se ganó el respeto y el cariño de todos los miembros de la  familia francesa. Tal es así que años después, en 1909, en ocasión de la inauguración de la estatua ecuestre en la costanera de Boulogne Sur Mer, dirá Víctor, el menor de los hijos de Gérard: "He tenido la buena suerte de conocer a ese noble anciano y a su familia en mi infancia, y he conservado de él y de los suyos un recuerdo conmovedor, pues su afabilidad igualaba a su grandeza".

Durante 1849 la ya endeble salud del Libertador se agravó de sobremanera; a la operación de cataratas a la que debió someterse (sin éxito), se agregó un nuevo contagio del cólera, que ya había sufrido en 1832, lo que agravó aún más sus dolencias gástricas que lo acompañaron desde siempre. La pérdida parcial de la visión le impedía realizar una de sus pasiones, la lectura, como también escribir, por lo que se valía "de mano ajena" según sus propias palabras. En los meses que permaneció San Martín en la casa de Gérard tuvieron relación cercana, conversando en francés sobre la situación política y podemos suponer al amigo Adolphe leyéndole al Gran Capitán los periódicos locales.

FABIAN ZAMBONI (PROXIMAMENTE)

Gérard era abogado y vecino de gran notoriedad, se desempeñó además como secretario de la Cámara de Comercio, bibliotecario de la ciudad y periodista. Fue redactor del periódico L'Annotateur. Fue también un infatigable promotor en la realización de obras de desarrollo para su ciudad. Casado en 1836 con Adèle Cary, hija de un ex soldado del imperio francés, fundador de una escuela para trescientos alumnos. El matrimonio contaba con tres hijos varones al momento de la llegada de San Martín.

Allí nació la amistad entre el joven y culto propietario y el viejo guerrero sudamericano, pródiga en atenciones para con San Martín que se ganó el respeto y el cariño de todos los miembros de la  familia francesa. Tal es así que años después, en 1909, en ocasión de la inauguración de la estatua ecuestre en la costanera de Boulogne Sur Mer, dirá Víctor, el menor de los hijos de Gérard: "He tenido la buena suerte de conocer a ese noble anciano y a su familia en mi infancia, y he conservado de él y de los suyos un recuerdo conmovedor, pues su afabilidad igualaba a su grandeza".

Durante 1849 la ya endeble salud del Libertador se agravó de sobremanera; a la operación de cataratas a la que debió someterse (sin éxito), se agregó un nuevo contagio del cólera, que ya había sufrido en 1832, lo que agravó aún más sus dolencias gástricas que lo acompañaron desde siempre. La pérdida parcial de la visión le impedía realizar una de sus pasiones, la lectura, como también escribir, por lo que se valía "de mano ajena" según sus propias palabras. En los meses que permaneció San Martín en la casa de Gérard tuvieron relación cercana, conversando en francés sobre la situación política y podemos suponer al amigo Adolphe leyéndole al Gran Capitán los periódicos locales.

GERARDO BARTOLOME

Gérard era abogado y vecino de gran notoriedad, se desempeñó además como secretario de la Cámara de Comercio, bibliotecario de la ciudad y periodista. Fue redactor del periódico L'Annotateur. Fue también un infatigable promotor en la realización de obras de desarrollo para su ciudad. Casado en 1836 con Adèle Cary, hija de un ex soldado del imperio francés, fundador de una escuela para trescientos alumnos. El matrimonio contaba con tres hijos varones al momento de la llegada de San Martín.

Allí nació la amistad entre el joven y culto propietario y el viejo guerrero sudamericano, pródiga en atenciones para con San Martín que se ganó el respeto y el cariño de todos los miembros de la  familia francesa. Tal es así que años después, en 1909, en ocasión de la inauguración de la estatua ecuestre en la costanera de Boulogne Sur Mer, dirá Víctor, el menor de los hijos de Gérard: "He tenido la buena suerte de conocer a ese noble anciano y a su familia en mi infancia, y he conservado de él y de los suyos un recuerdo conmovedor, pues su afabilidad igualaba a su grandeza".

Durante 1849 la ya endeble salud del Libertador se agravó de sobremanera; a la operación de cataratas a la que debió someterse (sin éxito), se agregó un nuevo contagio del cólera, que ya había sufrido en 1832, lo que agravó aún más sus dolencias gástricas que lo acompañaron desde siempre. La pérdida parcial de la visión le impedía realizar una de sus pasiones, la lectura, como también escribir, por lo que se valía "de mano ajena" según sus propias palabras. En los meses que permaneció San Martín en la casa de Gérard tuvieron relación cercana, conversando en francés sobre la situación política y podemos suponer al amigo Adolphe leyéndole al Gran Capitán los periódicos locales.